Castillo de Cañete de las Torres

El origen del castillo de Cañete se remonta a la época musulmana, momento en el que los documentos hablan de la existencia de una torre aunque hoy no queda rastro alguno de ella. La planta de la fortaleza que nace tras la conquista cristiana resulta más bien pequeña, de planta cuadrangular, con torres en sus esquinas. Los primeros restos se han datado en el 1er tercio del siglo XIV y se refieren a una puerta, situada bajo la actual torre del homenaje y al muro sur del recinto. 

La puerta visible define un acceso directo, sencillo, de unos 2,5 m de luz por 2 m. de profundidad. El vano está cerrado por un arco escarzano, bastante rebajado, a su vez enmarcado por un arco superior, aparentemente de medio punto. El arco del vano de ingreso está realizado con dovelas estrechas y alargadas, en las que, como recurso decorativo, se da una alternancia cromática –con dovelas amarillas y rojas– al utilizar piezas de calcarenita de color amarillento y piedra de molinaza rojiza. El arco superior, de medio punto, está compuesto por pequeñas dovelas, en este caso con un cuidado almohadillado que las rodea por completo. El espacio intermedio entre los dos arcos se rellena con piezas curvas y alargadas. Sobre el arco superior, el muro se recrece con sillares de calcarenita de una cuidada cantería, del que se aprecian, al menos tres hiladas. En la parte superior del muro en el que se sitúa la puerta, dispuestas con una separación menor a la luz del vano de ingreso, se abren sendas aspilleras estrechas y muy alargadas, que alcanzan 1,9 m de altura, abocinadas, con una acusada deriva interior y, aparentemente, convergentes hacia el centro de la puerta. Se trataría, en consecuencia, de un recurso defensivo localizado en el punto más débil de la fortaleza desde el que repeler el ocasional forzamiento de la puerta. 

Pero sería durante el 3er tercio del siglo XIV cuando el castillo lograra su fisonomía actual destacando como pieza clave la torre del homenaje que está situada en el ángulo SE. donde se ubicaba la puerta primigenia. Presenta una planta rectangular de unos 6,22×10,80 m de lado exterior, orientado en sentido NO-SE. y dispone de dos pisos habitables en su interior, con unas dimensiones de 3,14×7,35 m. En sus pisos superiores presenta ostensibles recrecidos de ladrillo, en particular en su parte central, como consecuencia de las reparaciones efectuadas para contrarrestar los desastrosos efectos provocados por el famoso terremoto de Lisboa acaecido en el año 1755. El arco de herradura que remata el nuevo vano de ingreso –enmarcado por un alfiz rehundido– alterna dovelas de piedra caliza con otras de ladrillo. Curiosamente, se advierte el mismo recurso decorativo del arco de la puerta donde alternaban dovelas de color rojizo (molinaza) con otras de arenisca amarilla; en este caso alternan dovelas de arenisca amarilla con otras realizadas con ladrillos de color rojo. La clave del arco de herradura está decorada con un pequeño escudo que presenta las tres fajas horizontales de los Fernández de Córdoba en su día pintadas de color rojo. La última de las plantas estaba dotada de sendos vanos con ajimeces en los costados E. y O. El occidental ha sido completamente reconstruido con piezas de cemento, poco afortunadas, durante una restauración contemporánea. La ventana oriental se conserva en buenas condiciones, en cuya cara exterior se aprecia un ajimez compuesto por dos arcos polilobulados rematados en nudos de tradición almohade.

Los otros elementos que podemos adscribir al castillo se encuentran muy transformados y enmascarados por reformas modernas y contemporáneas. Se trata de los restos de las dos torres septentrionales del castillo cuyos paramentos presentan unos materiales y aparejos similares a aquellos con los que se construyó el homenaje. La primera de ellas, la oriental, conserva sólo los paramentos exteriores, pues su interior, que no debió estar macizo, ha sido completamente transformado y actualmente alberga un bar. Presenta unas dimensiones incompletas de 8,30×8 m sin que sea posible completar íntegramente su planta. La segunda, al O. de la anterior, parece haber sido menos alterada en su estructura original, aunque se han realizado rebajes en el terreno que han dejado a la luz parte de la cimentación. Sus dimensiones visibles son 6,90×4,05 m, ya que sólo son visibles sus lados N. y O. y es completamente maciza.

La gran torre del homenaje presenta toda una serie de dispositivos de defensa activa destinados a controlar y hostigar los posibles intentos de forzamiento de la puerta. De entre estos elementos destacan los de hostigamiento vertical como ladroneras y buhederas y los de flanqueo horizontal, caso de las saeteras existentes en las dos plantas del interior de la torre. El pasaje de ingreso está provisto de tres huecos de funcionalidad complementaria: dos aberturas alargadas situadas en los extremos del intradós del arco y dispuestas en sentido transversal al pasaje de acceso y, entre ambas, aproximadamente en el centro de la bóveda, se abre un pequeño orificio de sección cuadrangular de 10×12 cm. De estos huecos, el primero, dispuesto al exterior, podría tratarse de una buhedera o quizás más bien de la ranura para encajar un rastrillo. Al interior, junto a la puerta original, se sitúa una buhedera con una ranura de 30 cm de anchura, que complementaba la efectividad defensiva de la anterior. La interpretación como buhedera del tercer orificio, situado en el centro de la bóveda, no es tan clara como las anteriores por su pequeño tamaño, pero pensamos que debió actuar como tal.

El otro dispositivo de defensa de la vertical, que caracteriza la imagen exterior de la torre del homenaje del castillo de Cañete, consiste en la colocación de ladroneras en las esquinas. Cuenta con cuatro de estas obras voladizas: tres de esquina –dispuestas en los ángulos NE., SE. y SO.– y una cuarta dispuesta en el muro N. de la esquina NO. destinada a hostigar la vertical del acceso a la torre desde el adarve N. Cada una de las ladroneras de esquina está apoyada sobre cinco modillones de triple ménsula de calcarenita, mientras que la de la puerta Norte sólo cuenta con tres canes de doble bocel. En cuanto a los dispositivos de hostigamiento horizontal, cada una de las dos salas interiores de la torre del homenaje cuenta con varias aspilleras abiertas en sus muros para el flanqueo de los aproches. Pese a no contar con ningún testimonio documental directo que permita aquilatar con mayor precisión el momento en el que se llevó a cabo la construcción de la torre del homenaje del castillo de Cañete, la lectura arqueológica inicial que hemos llevado a cabo nos permite reunir varios argumentos complementarios para proponer una cronología de mediados del siglo XIV quizás durante el mandato de D. Gonzalo Fernández de Córdoba.

Otras reformas se llevaron a cabo durante los siglos XVI y XVII y en el siglo XVIII. Durante la Edad Moderna se procedió a una ampliación del recinto fortificado hacia el S. abriéndose una gran puerta en el paramento S. del recinto fortificado primigenio junto a la cual se colocaron dos esculturas romanas que fueron traídas de la vecina Porcuna (la antigua Obulco). Se creó así un segundo patio sin galerías y de dimensiones similares al antiguo. En estos momentos el castillo ya había perdido su función militar quedando sólo testigo del poder señorial, convirtiéndose en vivienda esporádica de sus titulares y de ciertos cargos como mayordomos y alcaides, y destinándose gran parte del mismo para almacén de productos agrícolas. A mediados del siglo XVIII, como consecuencia del terremoto de Lisboa, se acometieron nuevas obras, sobre todo, en la parte superior de la torre del homenaje. En 1907 el castillo fue vendido a un particular quien lo adaptó como vivienda y a comienzos del siglo XXI el Ayuntamiento de Cañete adquirió la torre del homenaje para destinarla a usos culturales.