Castillo de El Vacar

 

 

Castillo de Dar-al-Bacar, Acaba-al-Bacar, Acabalbacar, Mano de Hierro o Aljaraz. Lo llamamos popularmente el Castillo del Vacar. 

 

A unos treinta km. de Córdoba, en dirección Badajoz por la N432, en la cota de los seiscientos metros. Es divisable unos cuantos kilómetros antes de llegar y a la vuelta algunos menos por lo escarpado del terreno. Controla el valle del Guadiato hacia el este, y hacia el norte el pantano y la térmica. 

 

Su construcción está datada en el periodo califal, o quizás según otros autores, en la etapa de Alhaken II. Por esos lugares, el bisnieto de Abderraman III redujo la insurrección bereber de Sulauman al-Mustain allá por el 1010. 

 

Luego con la conquista, Fernando III pasa por el castillo, procedente de Benavente. Era el paso natural del norte hacia la antigua ciudad de los Califas. Un año después, ya Fernando III dueño de vidas y haciendas cordobesas, regala a Córdoba las fortalezas de; Cuzna, Espiel, Dar-al-Bacar y Alcolea entre otras, para mantenerlas pobladas, y en 1646, ya en el reinado de Felipe IV, nombra éste a Gonzalo de Cea, alcalde del Bacar, con la curiosidad de conocer cuántos pleitos ocurran en su jurisdicción y aplique los castigos de horca, cuchillo, cárcel, cepo, azote y grillos.

 

La subida al castillo es cómoda, una suave rampa lo permite. Tiene un área interior aproximada de tres mil trescientos metros cuadrados. Es un cuadrilátero irregular pues ninguno de sus lados es igual; el lado sur mide cuarenta y nueve metros, el oeste cincuenta y nueve, el este sesenta y cinco, y el norte cincuenta, a groso modo. El suelo es más alto en el interior por adaptarse al terreno, con unos tres metros y medio de altura de sus muros y el exterior, no uniformemente unos cinco y medio.

 

Su construcción es de tapial de argamasa, con sectores de unos ochenta centímetros de altura y uno setenta metros de grosor. Tiene cuatro torres cubicas en cada uno de sus ángulos y otras cuatro en el centro de cada uno de sus muros. La puerta, que carece de dintel, está en el lado sur, esquina a la torre sureste. La torre esquina noreste del muro este, en algunos textos la citan como albarrana, y se ve que ha sido reparada en época reciente. La torre suroeste, cercana a la puerta, tiene una oquedad que pudiera haber sido una muy pequeña estancia.

 

No existen señales de escalera para subir a los adarves, aunque en el lado sur cerca de la puerta hay un engrosamiento del muro de la torre, que pudiera haber sido la escalera de subida. Tiene cuatro troneras en el lado oeste, y una en cada una de las mitades de sus lados norte y sur, lo que hacer suponer que temían que el peligro vendría por esos lados. Estaban enlucidos sus muros con mortero y cal, como la mayoría de las construcciones del momento, y pintadas de ocre unas franjas blancas estrechas que delimitaban el despiece de los sillares, como eran habituales esos falsos despieces en las obras califales según los expertos. En sus alrededores se observan piedras que bien pudieran ser del muro.

 

No parece un castillo al uso, pues no tiene en su interior señales de haber tenido construcciones permanentes, ni una simple torre del homenaje. A no ser que estén arrasadas en su totalidad. No tiene tampoco aljibe. Lo que hace que diversas teorías no lo consideren castillo. De siempre había considerado que fue una guarnición que dejaron en la retaguardia los árabes camino de una campaña, pero eso forma parte también de la leyenda.