La zona de la Subbética, prácticamente en poder de los cristianos desde las conquista de Fernando III, no era muy segura por las incursiones que realizaban los musulmanes de Granada. Era necesario fortificar y poblar más la zona. Por esto, a finales del siglo XIV, Juan I dona un territorio a Diego Fernández de Córdoba a quien, con autorización de don Fernando de Antequera, regente de Juan II, se le permite, en 1415, levantar un castillo en el sector conocido como Doña Mencía. Y para facilitar el asentamiento de una población, según el profesor Escobar Camacho, “el rey le concedió en 1420 que veinte de sus vecinos estuviesen exentos de alcabalas y tributos”. En 1481 la población era ya de 150 vecinos. Doña Mencía perteneció a Baena hasta que alcanzó su independencia en 1563 y estableció un ayuntamiento propio.
Ramírez y las Casas-Deza recoge en su “Corografía” que la villa tomó el nombre del lugar en que se fundó, que era conocido como Doña Mencía. Según la tradición, Don Álvaro Pérez de Castro, destacado en la conquista de Córdoba y representante militar de Fernando III en la frontera de Andalucía, recibió del rey tierras entre las localidades de Baena y Cabra, aunque no llegó a tomar posesión de ellas por su fallecimiento en 1240.Las tierras fueron “bautizadas” con el nombre de su segunda esposa, la vizcaína Doña Mencía López de Haro, de la que recibieron el nombre con el que se conoce hoy la villa.
Hay indicios de que esta zona, ya en época bajomedieval, posiblemente estaba poblada antes de la construcción del castillo. Es posible que en el lugar donde se levantó el castillo ya existiese, en la segunda mitad del siglo XIII, una torre de la Orden de Calatrava y en el siglo XIV contamos, hoy en ruinas, con la medieval Torre de la Plata (estudio realizado por el arqueólogo granadino Ángel Rodríguez Aguilera y publicado en el 2008 por el Ayuntamiento de Doña Mencía), Hechos que sugieren la existencia de población anterior a la fundación de Doña Mencía.
DOÑA MENCÍA. Castillo de Doña Mencía.
El castillo, construido por Diego Fernández de Córdoba entre los años 1415-1420, está integrado en el casco urbano y asentado sobre una zona de 593 metros de altitud sobre el nivel del mar. Hoy es de propiedad municipal y está declarado BIC desde enero de 1981.
En 1840 Ramírez y las Casas-Deza escribe en su Corografía: “Su castillo existe en buen estado y tiene capaces graneros y bodegas” (Tomo II, pág. 266). Y Juan Valera en “El cautivo de Doña Mencía” hace la siguiente referencia:”Los fuertes muros y las altas torres están como el día que se edificaron. No falta ni una almena”. Sin embargo, llega hasta casi finales del siglo XX en estado de ruinas.
El castillo, limitado por las calles Antonio Machado, La Virgen, Torres y Juan Valera, es de planta trapezoidal con sus lados mayores orientados de este a oeste. Construido con mampostería. Tenía seis torres: cuatro redondas y macizas, una en cada ángulo o esquina (La torre cilíndrica que estaba situada en la esquina sudeste fue demolida por orden municipal en 1923 por los desprendimientos de piedras de su parte alta). Otra, rectangular, hueca y casi desaparecida, en mitad del lienzo oeste. Y la última, situada en la mitad del lienzo este, es la torre del Homenaje. De estas seis torres se conservan tres: las dos cilíndricas, (una en la esquina norte y otra en la esquina norte-noroeste) y la del Homenaje.
Esta última, rectangular y de unos 17 metros de altura, es la única que puede visitarse. Desde el patio de armas se ha habilitado una escalera que da acceso a la torre que, cubierta con bóveda octogonal de ladrillo apoyada sobre pechinas, está rematada por una rehabilitada terraza desde la que se contempla una amplia panorámica.
Según las excavaciones efectuadas a partir de 1997, el castillo tuvo originariamente una puerta inicial en el lado este, dando a la calle Llana. Esta puerta fue anulada en el siglo XV cuando se construyó la torre del Homenaje. Posteriormente, la entrada al castillo posiblemente estuviera en el lado sur.
De su muralla se conserva el lienzo este donde está la torre del Homenaje y el lienzo norte donde se pueden ver las dos torres circulares que se conservan (la torre norte-noroeste presenta hiladas de ladrillo que refuerzan la mampostería), el sustrato rocoso sobre el que se asienta el cimiento del propio lienzo y el arco que, perpendicular a la calle Virgen y posiblemente de refuerzo, parte del lienzo del castillo y termina sobre la pared de la primitiva iglesia o convento dominico. Los lienzos oeste y sur están prácticamente desaparecidos y fagocitados por las casas a ellos adosadas.
En el siglo XVI el castillo fue en parte modificado para incorporarle un almacén y, en torno a 1653, un molino. La página del Museo Histórico-Arqueológico de Doña Mencía mantiene que el pósito de la villa fue instituido entre finales del siglo XVI y principios del XVII, primero como unas casas adaptadas para tal fin y, a partir de 1710, con la construcción de un edificio específico. El pósito estaba situado junto a la desaparecida torre circular del lado este que hacía esquina con el lado sur. En 1900 todavía estaba adosado a la muralla sur del castillo (gran parte del cual sería ocupado por el colegio de las religiosas de Cristo Rey, colegio que fue demolido a finales del siglo XX), junto a este estaban las escuelas públicas en lo que fue alhorí del duque de Sessa.
Los trabajos realizados en los últimos años del siglo XX permitieron la limpieza y consolidación del recinto y las campañas arqueológicas efectuadas en el patio de armas, desde 1997 a 2009, permitieron un mayor conocimiento de las fases históricas por las que atravesó el lugar. Los resultados de la intervención arqueológica muestran “con claridad la estructura y funcionamiento del patio de armas, diseñado como un espacio porticado, con fuente octogonal central y un pozo en su esquina, la organización de la Torre del Homenaje y el sistema de “compartimentación de la defensa”, además de las reformas posteriores, cuando se instalaron los molinos del Duque de Sessa”(Museo Histórico-Arqueológico de Doña Mencía).
Actualmente, gracias a estos trabajos, el visitante puede ver en el patio de armas los restos del molino del Duque de Sessa y contemplar desde la terraza de la Torre del Homenaje una espléndida panorámica.