Castillo de Carcabuey

 

 

La población de Carcabuey se encuentra situada en el Parque Natural de la Subbética a unos 96-97 kilómetros de Córdoba por la N-432. Está dominada por una colina (677-678 metros de altitud) en cuya cima afloran rocas calizas sobre las que se levanta el castillo. Es un emplazamiento estratégico que permite una fácil defensa y el control de las vías de comunicación con Granada, Jaén, Córdoba y Málaga.

 

El acceso al castillo se realiza por la escalonada calle Castillo que conduce a la calle Virgen pista empedrada desde la que, antes de llegar al recinto fortificado, sale un caminito que, prácticamente paralelo al exterior de la muralla, conduce al aljibe exterior al castillo.

 

“La gran cisterna (…) está situada fuera del recinto del castillo. Al exterior muestra unas dimensiones de 11,15 mts de longitud, por 4,60 de anchura, por 6,60 de profundidad. En el interior el depósito mide 10,50 mts de longitud por 4 mts de anchura y 5,50 mts de profundidad hasta el arranque de la bóveda. La capacidad de almacenamiento de agua se situaría en 259 mts cúbicos.

 

Es un gran depósito rectangular excavado en el cerro, del que solo sobresale su cubierta de bóveda de medio cañón. Está construido con ladrillos de grandes dimensiones (…). El interior está revestido de estuco hasta una altura de dos metros. El suelo presenta restos claros de un pavimento ejecutado a base de teselas rectangulares colocadas formando zigs zags. Se cubre con una bóveda de cañón que muestra en el centro una especie de espiga que corre longitudinalmente a la misma y que la divide en dos sectores. Es como una especie de clave para el arco de la bóveda, sobre la que descansan los ladrillos que descienden hasta los muros laterales del aljibe. La extracción del agua se hacía a través de tres aberturas con forma de pirámide truncada, que existe en la bóveda.

 

Esta construcción es difícil de datar (…) Unos piensan en su origen romano, apoyándose en el tipo de ladrillo y mortero utilizado en su construcción, mientras que otros creen que es medieval. Basilio Pavón defiende su origen almohade basándose en las grandes dimensiones de los ladrillos y la zarpa que recorre sus lados mayores. (…) Ricardo Córdoba, lo considera de época musulmana por el empleo de la bóveda de medio cañón y el uso del ladrillo como material constructivo, ambos poco usuales en las cisternas romanas y habituales en construcciones hispanomusulmanas. A tenor de la excavaciones que se están realizando se puede decir que el aljibe es una construcción cristiana erigida por la Orden de Calatrava (Raya Raya, M.A.: “Carcabuey: Monumental, histórico, artístico.” Pp. 70-73. Ayuntamiento de Carcabuey). Por su parte, Ramírez de Arellano, lo considera romano (de la misma época que el de Monturque). Hay una pequeña puerta o poterna que, situada en la muralla suroeste cerca de la torre circular y disimulada por las rocas del cerro, servía para llegar al aljibe exterior y proveer de agua al castillo.

 

La fortaleza, levantada por los musulmanes en el siglo IX sobre los cimientos de un núcleo defensivo ibero-romano, cobró importancia durante la sublevación de Omar ben Hafsún al estar en poder del muladí Ben Mastana, aliado de Hafsún contra el emir cordobés Abd Allah. Este, en el año 892, acude personalmente a la toma del castillo, hecho que no consigue, aunque llega al acuerdo con Ibn Mastana de dejar libres a los sitiados a cambio de destruir la fortaleza.

 

El castillo de Carcabuey, posiblemente conquistado por Fernando III entre los años 1245-46, quedó bajo el dominio de la Orden de Calatrava que lo reconstruye. Posteriormente sufre modificaciones por lo que puede considerarse obra de los siglos XIII y XIV. El castillo cayó nuevamente en manos musulmanas al ser conquistado en 1339 por el sultán Yusuf I. Fue definitivamente tomado en 1341 por el enviado de Alfonso XI, Fernández de Portocarrero. En 1385 Juan I de Castilla concede el señorío del castillo a Ruy Díaz de Berrio, siendo vendido por sus descendientes en 1465 a Alfonso de Aguilar por 380.000 maravedíes. 

 

Manuel de la Corte Ruano en 1839 hace una descripción de la fortaleza: “Corona la cima del risco (…) una vasta plaza de armas guarnecida de fuertes muros, y á trechos cubos y torreones de notable elevación (…). Una puerta pequeña obstruida por escombros y maleza, ocupa el centro principal del lienzo del muro que mira á la villa, haciendo notable contraste al lado de los cuatro grandes torreones que forman el primer ámbito del castillo. Prolóngase en derredor la muralla alternando sus fuertes cubos macizos hasta más de la mitad de su altura, derruidos casi del todo en la parte del mediodía. Toda la barbacana del circuito ha desaparecido (…). En el centro de la ciudadela o plaza de armas, descuella magestuoso el castillo, cuya solidez y perspectiva exterior apenas se hace notar por de fuera en razón a lo elevado del circuito (…). Surtíanle abundantemente de aguas por canales subterráneos, hoy obstruidos, dos grandes algives (…). El todo de la fábrica es grosero, tosco y sencillo, sin primores del arte, inscripciones ó signos que nos revelen la época de su erección. (España Pintoresca. ”El castillo de Carcabuey”)

 

La fortaleza, en penoso estado de conservación, presenta una planta irregular y alargada que se va adaptando a las posibilidades que ofrece el terreno. La muralla del recinto, de tosco sillarejo y tapial, mal conservada, presenta en algunos lienzos una altura de 7-8 metros, con adarve o paso de ronda y está reforzada por cinco torres macizas, dos de planta cuadrada y tres circulares, que están medio derruidas.

 

Ramírez de Arellano explica así la fortaleza: “La muralla que mira al suroeste se compone de cinco torres albarranas que se levanta a la altura del adarve la segunda y la quinta; la primera sube un poco más y la tercera o central, cilíndrica está casi entera dominando todo aquel lado de la fortificación. Entre las dos primeras hay una poterna definida por, rocas aspirisimas, que forman camino muy estrecho, empinado y oculto al sitiador, pues no se descubre hasta entrar en él. El objeto de la abertura fue sin duda para tomar agua de un aljibe exterior”.

 

Al subir a la fortaleza por la calle Virgen, se puede visualizar una parte de la muralla en la que se puede apreciar cuatro torres, de entre las que destaca la torre de planta circular por mayor altura y mejor estado de conservación. La calle muere en la zona Este, en una pequeña explanada recientemente acondicionada donde “se abre la única puerta de forma algo apuntada y con quicialeras. No tiene ni matacán ni rastrillo ni nada que induzca defensa, y como indudablemente esta puerta es cristiana no se puede saber cómo sería la antigua, ni si estaría en este sitio o en otro”.

 

Hoy puede apreciarse la reconstrucción de la puerta de entrada de ladrillo, con arco de medio punto y flanqueda por dos torres semicilíndricas de sillarejoTodo el conjunto de la entrada está coronado por almenas.

 

En el interior lo primero que se descubre es la Ermita del Castillo, construida en el s. XVIII, donde se venera a la Virgen del Castillo, patrona de Carcabuey. El espacio interior, posiblemente el patio de armas, estaba además ocupado “-por una fortificación más alta que la del recinto exterior y se unía a este por una muralla que atravesaba el patio-; detrás de ella se levantaban torres muy grandes cuya planta obedecía a la forma de una almena caldea de piso y que está destruida casi por completo, pero en lo que queda, o sea en el resalte de la almena, se ven arranques de bóvedas y puertas que ya solo son boquetes informes” (Ramírez de Arellano). Entre estos residuos se localiza la ruinosa Torre del Homenaje cuyos restos fueron consolidados en el año 2016 para evitar su ruina total, de igual manera se consolidaron lienzos de la muralla norte y noroeste para evitar su mayor deterioro.

 

Según la leyenda que se origina en el siglo XIII y ha permanecido viva hasta hoy, el castillo de Carcabuey fue testigo de un dramático suceso del que dio lugar a que fuera conocido como Castillo de la Traición o de la Fidelidad, según se haga referencia a uno u otro protagonista del suceso. Su principal protagonista, Pedro Nuño Tello, gobernador de la fortaleza, demostró su lealtad y fiel vasallaje al monarca Alfonso X el Sabio ante la traición de su hijo Sancho que quería adueñarse de esta plaza en su lucha por arrebatarle el trono a su padre.

 

Ante las dificultades de rendir la fortificación debido al difícil acceso y a las murallas inexpugnables y ante la firmeza del viejo y fiel vasallo, Pedro Nuño cuya divisa era “antes que nada, el Rey” que mantuvo inalterable su postura la de no abandonar la fortaleza según le ordenara el monarca, el infante Sancho consideró como única posibilidad de éxito, conseguir que los defensores salieran a campo abierto. Y su lugarteniente Pedro de Mendieta vino a abrir un horizonte de esperanza en su traicionero proyecto contra la voluntad de su padre. Mendieta le informó de que un caballero de su tropa, Álvaro Lara, se había enamorado de la hija de Tello y que esta le correspondía. Parece que se comunicaban a través de la muralla merced a un mendigo que conocía vericuetos y rincones inexplorados. Conjurado D. Sancho con el caballero, este, siguiendo los consejos de su señor, ofreció a la joven el ultimátum de fugarse juntos o no lo volvería a ver, a lo que la enamorada contestó favorablemente y huyeron ayudados por el mendigo. Aunque, alertados por los vigías, se bajaron los puentes y la fortaleza se preparó para perseguir a los amantes, finalmente Tello Nuño antepuso su lealtad al Rey y ni él ni los suyos abandonaron la plaza. Cuando, finalmente, Sancho llegó a ser Rey, quiso premiar a los que habían sido fieles a su padre y llamó a su presencia al alcaide del castillo de Carcabuey. Este, que había sufrido el deshonor de su hija a lo largo de toda su vida, mantuvo su orgullo y fiel vasallaje, se ahorcó y dejó ordenado que le enviaran al nuevo Rey su cuerpo con esta carta: “Con el espíritu no puedo serte leal, pero te envío mi humanidad, única parte de mi que nunca supo rebelarse”.