“Al oriente y a una legua de esta villa, se halla la posesión de Castil-Anzur, así llamada del castillo que tiene y riachuelo que la baña (…). Se estiende (sic) a una legua cuadrada en que se incluyen tierras llanas, quebradas y cerros y en el más elevado se halla el castillo” (Pascual Madoz: Diccionario…).
Hoy hay una notable falta de señalización que permita localizar el camino hacia el castillo que se sitúa a unos 5 km. de Puente Genil. La mejor manera para no perderse es preguntar en la misma población.
Al Norte de la población sale una pista de tierra que, paralela en un principio al canal del Genil, asciende entre olivares por la llamada “Sierra del Castillo y desemboca en la base de una loma de 476 metros de altitud sobre el nivel del mar. Desde esta base hay que subir a pie un trecho de fuerte pendiente y en muy malas condiciones hasta llegar a la cima donde se asientan los restos del castillo Anzur, que toma su nombre del río Anzur, afluente del Genil.
Es un emplazamiento estratégico que posibilita con facilidad la defensa de la campiña, que permite visualizar otras poblaciones como Estepa, el castillo de Aguilar, las estribaciones de las sierras subbéticas al Este, la sierra de Estepa al suroeste, la propia población de Puente Genil e incluso en los días claros, se puede contemplar Sierra Nevada.
En esta zona existía una población musulmana asentada al menos desde el siglo X, época en que puede situarse el origen del castillo (s. X-XI) al levantarse una atalaya musulmana. En el siglo XII los almorávides reforzaron las defensas y construyeron la torre de tapial. En el siglo XIII Fernando III emprende una campaña (1240-41) en la que conquista el castillo que pasa a propiedad real, iniciándose a continuación la repoblación y el reparto de tierras.
El castillo, junto con los de Baena, Lucena y Cabra, pasó a formar parte de la segunda línea defensiva en la frontera musulmana. El castillo fue cedido al Concejo de Córdoba que, el 22 de septiembre de 1258, lo dona a la iglesia y al obispo de Córdoba, Fernando de Mesa, para que rogaran por el alma de Fernando III. Posteriormente el castillo pasa a propiedad real y Alfonso X se lo entrega a Gonzalo Yañez Dovinhal, quedado vinculado al Señorío de Aguilar hasta que con la muerte de Fernán González de Aguilar (1343) se extingue el primer linaje del Señorío de Aguilar. Pedro I, en el año 1356, dona el castillo Anzur a Vasco Alfonso de Sousa quien en el año 1372 se lo cambia a Gonzalo Fernández de Córdoba y Biedma por la torre-castillo de Almenara, situada en Peñaflor, quedando así vinculado a la Casa de Aguilar.
A mediados del siglo XIX Pascual Madoz describe el castillo en los términos siguientes: “El caserío de Castil Anzur […] es propiedad del duque de Medinaceli y tiene dehesa y coto, un palacio espacioso en el que vive el alcaide, otras casas separadas para los guardas, una atalaya de moros y varios caseríos. Ocupa una legua en cuadrado, comprende varios cortijos y doce mil fanegas de tierra muy fértil y a propósito para la cría de ganado”.
En 1874 Agustín Pérez de Siles y Prado y Antonio Aguilar Cano describen así el castillo: “En el día de hoy solo queda una torre que debió de estar aislada: su forma es cuadrada y su construcción sólida y firme. Tres habitaciones iguales, una en cada piso, constituyen su interior, terminando en una plataforma; pero en el día, derribada la escalera, no es fácil el acceso a ellas. A los lados hay vestigios de otro edificio, de más capacidad, y bajo ambos algunos subterráneos. No debió, pues, ser una simple atalaya, sino un edificio más importante”. Descripción que contiene algún error, pero es cierto que en esa época existían dependencias para los útiles de labranza, caballerizas, casa para el guarda, corral para el ganado y hasta una capilla.
Un informe, elaborado por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía sobre el castillo Anzur dice que la fortaleza se compone de tres elementos diferenciados: un recinto fortificado con torreones, una gran torre central y una habitación de tapial que puede que fuera el lugar donde estaba emplazada la atalaya musulmana y que puede fecharse en los siglos X-XI.
“El recinto amurallado está delimitado por una muralla de sillarejo relleno de cascotes y piedras que lo circunda por completo […] el muro Oeste consta de un gran bastión al que se encuentra adosada la habitación de la cara norte… En la cara Norte el muro se hallaba completamente perdido, pero tras la limpieza efectuada […] se constató su continuidad desde la habitación a la que se une mediante un muro de tapial cimentado sobre la roca hasta la esquina Noreste, donde se inicia el tajo y, por tanto, la defensa natural. En la cara Este pueden apreciarse varios lienzos de muralla levantados sobre la propia roca madre, que da lugar al mencionado tajo […] la muralla se encontraba, en su cara Sur, también oculta, pero en la intervención de 1998 se pudo igualmente delimitar su continuidad así como otro bastión cercano a la esquina Sureste”. En el interior del recinto hay un aljibe rectangular, de 5,75 por 2,87 metros y unos 4 de profundidad, cubierto con bóveda de ladrillo.
La torre central con 15 metros de altura, está construida con tapial reforzado en las esquinas por sillares. Es una torre sobria, sin elementos decorativos externos. La entrada, con arco ojival, se sitúa en la cara Este. Tiene dos plantas, la primera cubierta por bóveda de ladrillo sobre pechinas y la segunda con bóveda octogonal de ladrillo sobre arcos ojivales. Encima de esta planta hay una azotea y en la parte exterior conserva algunas ménsulas de piedra que deberían soportar matacanes. Según M. Nieto, el recinto fortificado y la gran torre central posiblemente se construyeron en la primera mitad del siglo XIV, cuando creció el interés estratégico del lugar a causa de la pérdida para Castilla de Benamejí.
El castillo llega a finales del siglo XX en un estado tan ruinoso que el ayuntamiento de Puente Genil lo considera en “situación de emergencia” y solicita a la Junta de Andalucía los fondos necesarios para emprender las obras de restauración que empezaron en torno al año 2008. La primera fase de la restauración consistió fundamentalmente en la consolidación de la torre del Homenaje con el reforzamiento de sus esquinas, la recuperación del tapial que se ha desprendido, la impermeabilización de la azotea, el reforzamiento de las bóvedas del interior y la recuperación de las escaleras que se han perdido. Con la restauración también se ha mejorado la barbacana, pero no se ha mejorado la subida al recinto del castillo.